Preguntas Frecuentes

   

¿Qué es y cómo se obtiene el PRP?

 

El plasma rico en plaquetas (PRP) es un producto biológico obtenido de la propia sangre del paciente mediante punción venosa, es decir, como se hace habitualmente para un análisis y procesado en condiciones de asepsia estricta.

Existen diferentes técnicas para obtenerlo y diferentes concentraciones del PRP. En nuestro caso utilizamos un procedimiento cerrado que asegura la esterilidad de todo el proceso. Se pide al paciente que acude en ayunas de unas cuatro horas y se le recomienda limitar la ingesta de grasa, ya que el exceso de lípidos en la sangre disminuye la calidad del producto. 

Una vez extraída la sangre, se centrifuga para separar los hematíes (serie roja), los leucocitos (serie blanca) y el suero o plasma que es donde se encuentran las plaquetas, que es lo que nos interesa. Dentro del suero, hay dos partes: plasma pobre en plaquetas, que es menos interesante pero que puede usarse y el que nos interesa, el plasma rico en plaquetas. El procedimiento cerrado permite que podamos obtener, prácticamente sin manipulación, una cantidad de PRP adecuada.

Las plaquetas son unas células de la sangre (más propiamente trozos de células sin núcleo) encargadas de la coagulación de las heridas y de reparar las lesiones de los tejidos. Para hacerlo contienen unas vesículas, los gránulos plaquetarios, en cuyo interior hay unas sustancias, en su mayoría proteínas, llamadas factores de crecimiento. Hay numerosos tipos de factores de crecimiento, con funciones muy diversas y no completamente aclaradas. Cuando la plaqueta se activa, se rompe y vierte el contenido de los gránulos, iniciando el proceso de reparación celular.

¿Cómo se aplica?

Se aplica inyectando el PRP en la estructura que se quiere reparar. Para que el procedimiento sea más exacto, se hace mediante la asistencia de técnicas de imagen, ecografía o escopia. Como hemos visto, para que la plaqueta vierta su contenido, los factores de crecimiento, es necesario activarlo. Esto se produce de forma natural, en unos minutos, cuando está fuera del torrente sanguíneo. También podemos acelerar el proceso, activándolas de forma artificial con diferentes sustancias o con ozono. En nuestra Unidad utilizamos habitualmente el cloruro cálcico. La decisión de activar o no depende normalmente del tipo de lesión o de tejido que estemos tratando. Pueden hacerse uno solo tratamiento o varios, dependiendo del tipo de PRP y de patología.

Se hace de forma ambulatoria y no precisa sedación, siendo un procedimiento relativamente indoloro.  Se recomienda evitar los antinflamatorios durante la semana anterior y la posterior al procedimiento para evitar la inhibición de las factores de crecimiento.

 

¿Para qué se usa?

Para procesos degenerativos músculoesqueléticos: artrosis, tendinopatías, etc El mecanismo de acción no está completamente aclarado pero parece que lo fundamental son las propiedades antiinflamatorias. De momento, no se ha demostrado regeneración de los tejidos

¿Cuándo se nota el efecto y cuánto dura?

La duración del efecto es muy variable, entre semanas y meses, en los casos de patología crónica. En lesiones agudas contribuye a la curación definitiva del proceso

¿Qué es y cómo actúa la radiofrecuencia?

 

El dolor se transmite al cerebro a través de nervios que recorren todo nuestro organismo. Si interrumpimos el impulso nervioso, el paciente no nota dolor. La radiofrecuencia es un procedimiento diseñado para disminuir la transmisión de la señal dolorosa al cerebro mediante la aplicación de una corriente eléctrica, de baja energía y alta frecuencia, en un nervio seleccionado.  

La corriente de RF pasa a través de un circuito formado por un generador eléctrico y dos electrodos: uno activo (una cánula aislada, excepto en su punta, que va alojada en el interior de una aguja) y otro no activo (una placa difusora que cierra el circuito y que se coloca sobre la piel próxima).

Existen dos tipos de radiofrecuencia:

  • Radiofrecuencia convencional, en el que se usa de una de las propiedades de la radiofrecuencia, la capacidad de calentar los tejidos hasta provocar la muerte celular (por encima de los 60ºC)
  • Radiofrecuencia pulsada en el que no se produce calor sino que se crea un campo electromagnético que altera el funcionamiento de las fibras que transmiten el dolor

El uso de uno u otro tipo de radiofrecuencia depende del tipo de nervios donde se aplica. De esta forma, los puramente sensitivos son normalmente los elegidos para lesiones térmicas, mientras que en los nervios mixtos, con componente sensitivo y motor, se aplica la radiofrecuencia pulsada. En todo caso, en la consulta el médico decide qué tipo de  radiofrecuencia es el más adecuado.

¿Cómo se aplica?

La primera fase de la técnica se realiza colocando una aguja al lado del nervio que creemos es responsable del origen del estímulo doloroso. Unos días o semanas antes, hemos hecho un bloqueo con anestésico para asegurarnos de que anulando la transmisión del nervio, mejoran los síntomas del paciente. Así, si no nota dolor después del bloqueo, si el dolor reaparece al cabo de un tiempo, nos planteamos el tratamiento con radiofrecuencia, ya que habitualmente conseguimos un efecto muy prolongado, de varios meses. Como es necesario que se haga con la mayor precisión, lo hacemos siempre con la ayuda de la imagen, bien con ultrasonidos (ecografía), bien con rayos X (escopia). Una vez que la punta de la aguja se localiza correctamente en la zona a tratar, se introduce el electrodo a través del alma de la aguja y se realiza una estimulación eléctrica que permite asegurarnos completamente del posicionamiento exacto. En esta segunda fase, el paciente debe colaborar, identificando los diferentes estímulos por lo que permanece consciente aunque si es preciso, una sedación ligera. Por último, hay una tercera fase, en la que se produce la lesión, utilizando cualquiera de los diferentes tipos de radiofrecuencia. Esta fase puede ser molesta por lo que antes de iniciar el paso de la corriente, se anestesia adecuadamente. Para acabar, se inyecta un corticoide para evitar el dolor producido por la lesión del nervio.

¿Para qué se usa?

  • Para dolores de la columna vertebral, en el denominado síndrome facetario. 
  • En dolores originados en la columna: Hernias discales, discopatías, estenosis de canal, ciáticas, etc
  • Se utiliza en artrosis y en otras causas de dolor de las grandes articulaciones: hombro, cadera, rodilla, etc 
  • En dolores provocados por lesiones de nervios periféricos: meralgias parestésicas, tras cirugía de hernia inguinal, síndrome piramidal, etc
  • También puede usarse para denervación en tendinopatías crónicas que no mejoran con otros tratamientos: epicondilitis, síndrome de dolor del trocánter mayor (trocanteritis), fascitis plantar, etc

¿Cómo se hace?

Se realiza de forma ambulatoria, con anestesia local y una mínima sedación, si el paciente está muy nervioso. Utilizamos una sala de técnicas, con monitorización cardiovascular y el uso de imagen (ecografía o escopia) Se puede decir que es una técnica muy segura y escasamente dolorosa. El paciente puede hacer vida normal aunque se recomienda evitar esfuerzos durante unas horas

¿Cuándo se nota el efecto y cuánto dura?

El efecto tarda en aparecer unos días, se va notando de forma progresiva a partir de la segunda semana hasta las seis u ocho semanas que se considera que el efecto es completo. Algunos pacientes notan la mejoría desde el primer día, por el efecto del bloqueo que se realiza a la vez y otros, en cambio, pueden notar un empeoramiento de los síntomas durante los primeros días. Por este motivo, advertimos al paciente que mantengan los analgésicos habituales después del procedimiento.

El efecto es duradero, desde unos meses hasta uno o dos años. En general, para considerarlo positivo debe durar unos seis meses y puede repetirse cuando el efecto desaparece o si no ha sido completamente eficaz.